La radiografía
Examina el doctor Nicolás Yerovi
Kenyi Fujimori le llevó serenata con Los Iracundos a su papá, Alberto, el tiranuelo cobardete, y por eso el homenajeado se animó a cantarle a Vladimiro Montesinos:
Sentaro frente al mar
mir beso yo le di,
depués me dijo adió
toro termina aquí
me dijo y se quitó.
Se borrooó, se quitooó
el calvo me dejó
pero pato pagó.
La vira nos unió
y nos extraditó
en una cana tú
en otra cana yo,
y nos jorió el Perú.
Pero si hablas de más
la ocasión perderás
de que te indulte yo.
Delátame y verás
como te joro yo,
tú te arrepentirás
te tiro dedo yo,
te lo juro por Dios.
Se callooó, nunca hablooó,
Vladi se chupó
y el amor renació.
24 noviembre 2011
23 noviembre 2011
La radiografía: Antauro Humala
La radiografía
Examina el doctor Nicolás Yerovi
Rindiéndole homenaje a la solemnidad de nuestra administración de justicia, el reo Antauro Humala se echó a dormir en la sala de audiencias.
Seguro que el loco Humala
estaba muy fatigado
tras pasar noche muy mala
y, mientras era juzgado,
recogiendo sus rodillas,
usando el saco de almohada,
se estiró sobre unas sillas
y roncó como si nada.
Pitearon los magistrados
porque se puso a jatear,
mas no fueron escuchados...,
¡qué manera de roncar!
Qué escena tan colosal
la del cachaco jateando
delante del tribunal
que lo venía juzgando.
Si el loquito matagente
se sigue durmiendo así,
la pereza, de repente,
me la contagia hasta a mí,
puesto que un jato tan bravo
se pega sin mucho esfuerzo
y, por dormir, yo no acabo
ni de escribir este verso.
Nicolás Yerovi.
Examina el doctor Nicolás Yerovi
Rindiéndole homenaje a la solemnidad de nuestra administración de justicia, el reo Antauro Humala se echó a dormir en la sala de audiencias.
Seguro que el loco Humala
estaba muy fatigado
tras pasar noche muy mala
y, mientras era juzgado,
recogiendo sus rodillas,
usando el saco de almohada,
se estiró sobre unas sillas
y roncó como si nada.
Pitearon los magistrados
porque se puso a jatear,
mas no fueron escuchados...,
¡qué manera de roncar!
Qué escena tan colosal
la del cachaco jateando
delante del tribunal
que lo venía juzgando.
Si el loquito matagente
se sigue durmiendo así,
la pereza, de repente,
me la contagia hasta a mí,
puesto que un jato tan bravo
se pega sin mucho esfuerzo
y, por dormir, yo no acabo
ni de escribir este verso.
Nicolás Yerovi.
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