(Entrevista del diario "La República" )
Nicolás Yerovi: “A mí, hasta Dios me debe plata”
La celebración de los 100 años del primer Monos y Monadas (1905) podría lograr un imposible: reunir en una misma mesa a algunas de las más célebres víctimas del humor Yerovi celebrando a sus victimarios. Entretanto, Leonidas Nicolás Yerovi alista un nuevo espectáculo y la mejor manera de sacarse el único clavo que le dejó Montesinos.
Por Sandro Mairata.
Foto: Carlos López.
Lo suyo más que bibliografía parece prontuario. Veintitrés comedias escritas, seis libros de poemas, dos de memorias, una novela prohibida hace ocho años, otra publicada hace dos, dos novelas más por ahí, su primera novela de amor en camino. Hace 34 años que Nicolás Yerovi ejerce sus dotes para la escritura y el humor. Ya ha cumplido 53. Con lo contagiosa que es su risa, habría que embotellarla y ver si sirve para curar la gripe.
–¿Es divertido ser Nicolás Yerovi?
–Es más divertido que no serlo, porque si eres cascarrabias y vives en el Perú, eres poco envidiable y duras poco.
–¿Qué sientes cuando lees ese obituario de lo moral en que se han convertido los diarios?
–Hay que encontrarle el lado positivo. En lo nuevo que voy a hacer, que se llama SinTigo Perú, tengo un cantante, Claudio Guerrero, también conocido por el alias de Paolo Pizarro (Risas) que recorre el mundo dirigidio por el doctor Alejandro Nolo Toledo y la Chakana Band. Ya no se trata del Manu, del Colca, de Sipán, de Machu Picchu. El presente del Perú es lo que más interesa.
–Nuestra peruanidad sigue siendo el punto.
–Es que mientras en otros lugares la gente dispendia, gasta miles de millones de dólares en estar en forma, acá vives en el Perú tres meses nada más y tienes una figura impecable, sin siquiera gastar medio en liposucciones. Como la gente ya no come –almuerza por su santo o por Fiestas Patrias–, de manera natural y gratuita conservas una figura de lo más estilizada. Los cubiertos se gastan menos, la vajilla del mismo modo, y las suelas: la gente flota por la falta de peso. Más de treinta kilos y ya pareces extranjero. (Risas).
–Dijiste que en el Perú hay dos tipos de personas; los que no pueden irse y los que no saben nadar. ¿Es que estamos tan bajo?
–No, yo creo que, por el contrario, estamos muy bien (Risas). En ningún país del mundo la gente disfruta de sus días con tanta adrenalina (Risas).
–Según esa lógica, vivir en el Perú es un deporte de aventura.
–¡Pero naturalmente! Pon un pie fuera de tu casa y no estás seguro de poderlo regresar (Risas). Hay cifras oficiales, y esto hay que decirlo porque hay que ser ciegos para no notarlo, que casi un millón de turistas llegaron al Perú el año pasado. ¡Es falso! Nosotros debemos estar recibiendo cinco millones de turistas al mes.
–¿Qué vas a decir…?
–Mira, es simple lógica. Somos la alegría del universo. Le alegramos la vida al planeta, cotidianamente. Imagínate un sujeto en Nueva York, en Yakarta, en París, que abre su periódico y encuentra en la página cuatro: “Presidente del Perú sale en gira internacional. Vicepresidente aprovecha y despide ministros” (Risas), se empieza a alegrar el hombre. Luego pasa a la página ocho: “Todos los partidos del Perú son ilegales porque fueron inscritos con firmas falsas” (Risas). Ya el tipo acá dice no, no puede ser. Entonces pasa a la página 12 y “Presidente prófugo de la justicia peruana visita consulado peruano en Tokio. Y saca su DNI” (Risas) entonces ya la gente empieza a matarse de risa y este parisino dice no puede ser, esto no es cierto.
–Dónde está esta maravilla…
–Sí, dónde está, va y busca al Perú en el mapa y ve que es más barato que irse a Marte, ¡y es casi lo mismo!
–También has dicho que tenemos infradotados en el poder.
–Tenemos un poco de todo: locos, bribones, tarados sentados en el Congreso o haciendo de magistrados. ¿Dónde han visto ustedes eso? Y además, bien pagados (Risas). Eso es una demostración de humanidad. ¿Te das cuenta? O sea, la gente que en otros países estaría en hospitales psiquiátricos o en la cárcel, acá llega al poder. (Risas) Pueblo más generoso que este no vas a encontrar.
–¿No resulta incómodo que la gente espera que la hagas reír?
–Hay un acto reflejo… (Hace una mueca de sonrisa). La gente que me ve en la calle sonríe porque seguro le recuerdo algún momento grato que le he hecho pasar. Me hace gracia y gratifica. Y todo el mundo da por hecho que Monos y Monadas sigue circulando. (Risas).
–¿Te dicen a menudo “Leonidas”?
–Uf… a cada rato. Si soy hijo de Leonidas, nieto de Leonidas, y tanto mi padre como mi abuelo hicieron lo que he terminado haciendo yo.
–¿Qué ocurrió para que se prohibiese tu novela La casa de tantos?
–Hace ocho años, yo no me expresaba del gobierno cleptocrático en términos muy amables. Apareció una edición pirata de mi novela. Hacemos la denuncia, atrapan al pirata que confiesa y dice sí, la obra es de Yerovi. Se compromete a nunca más publicarla y a pagar la reparación civil. Peisa (la editorial) exigía un monto y este quería pagar menos. La autoridad dijo “en una semana se reúnen para acordar”. Un pajarito le lleva el dato a Coimesinos y este dijo acá lo tengo.
–¿Qué pasó?
confesión ¡acepta la demanda! Era Vladimiro, constituido en cuerpo y alma. Mira que yo no tengo ni dónde caerme muerto, a mí hasta Dios me debe plata. Perdí en todas las instancias. Hasta me multaron “por haber ironizado en los medios de comunicación a la autoridad”. Después de tanto tiempo, el próximo año saldrá publicada en francés, con la presentación respectiva, obviamente.
–Tienes dos hijos.
–Una que se llama Paloma, que terminó artes escénicas y ya estrenó su primera obra. El otro se llama Alex, es actor, tiene 21 años y vive en Francia.
–¿Y por qué Alex no se llamó Nicolás o Leonidas?
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